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J.Gilabert – 15/10/2011
Menorca se une al cambio global
Entre 500 y 600 ‘indignados’ se suben en Maó a la ola de protestas que recorre el planeta. El Movimiento se diversifica para gritar ‘basta ya’ a los poderes financiero, político, militar y mediático
La plaza Colón de Maó volvió este sábado a ser el epicentro de la indignación insular. Más de medio millar de personas se subieron en Menorca a la mayor ola internacional de protesta contra el poder establecido que se recuerda. Más de un millar de actos en 87 países mostraron como aquel Movimiento 15-M que sorprendió a España, no sólo está vivo, sino que se expande a gran velocidad y que empieza a estar «unido por el cambio global», lema de una concentración que en Maó contó con una concurrencia más diversa que nunca.
La céntrica plaza mahonesa está acostumbrada a que, todos los jueves, algunos miembros del movimiento 15-M en Menorca se sienten en un círculo para mantener viva la llama de la indignación, que ayer se propagó como un incendio. Desde las seis y media de la tarde las pancartas, tambores, megáfonos y consignas recordaron a los transeúntes que lo que ven por el telediario también pasa en su ciudad. El centro de las iras, los cuatro grandes poderes: el financiero, el político, el militar y el mediático.
La palabra utopía, tan pronunciada como rechazada: «Nos dicen que el estado del bienestar es insostenible, que la fiesta se ha acabado. Nosotros nunca fuimos invitados y ahora tenemos que pagarla». Es la opinión a través del megáfono de uno de los organizadores, que líderes no hay, tal y como presume el Movimiento: «Si os preguntan quién hay detrás de todo esto, responded: detrás de esto estoy yo».
Detrás de la concentración de ayer, al margen de los miembros del movimiento 15-M y de ciudadanos que concuerdan con sus protestas, estaban la Plataforma contra les Retallades, el GOB, la plataforma El Transport Aeri Ofega Menorca, partidos políticos como Equo o Esquerra de Menorca y una nutrida representación del mundo sindical.
Una multitudinaria asamblea dio voz a quien quiso. Las ideas, muchas, y en el fondo de todo, un cabreo monumental por cómo están las cosas. La tenaza de los grupos de presión financieros, la servidumbre de la política a la economía, la lejanía de los cargos públicos y las carencias representativas de la democracia actual fueron algunas de las principales, pero no se rehuyó la autocrítica a una ciudadanía que con sus hábitos de consumo «es cómplice» de que las cosas sigan como están. Inquietudes que se plasmaron en cientos de pancartas y escritos: «El enemigo no viaja en patera, sino en yate», «nuestros sueños no caben en vuestras urnas», «yo no voté al FMI». Muestras de cómo la indignación agudiza el ingenio.